lunes, 30 de diciembre de 2013

La estrella que dejó de brillar por un instante

La felicidad es algo... inhumano. Efímero, finito, y encantador. La felicidad es un proceso transitorio, no una extensión del estado anímico perpetuo. Si fuera lo segundo, las utopías dejarían de ser imposibles.

Se puede estar feliz, mas no ser feliz. Si esquematizamos la vida, nos encontramos con un cúmulo de sucesos que desatan en nosotros, una misma reacción a causa de variables impredecibles. Después de todo, cada vida es una órbita de tiempo y su dueño, un pequeño cuerpo celeste. Frágil, violento, inestable y confundido.

Y yo, no soy más que un átomo de cabellos castaños y mirada perdida, alzando mis manos a la primera estrella fugaz que alumbre mi existencia en esta galaxia viral.

En cuestión de segundos, mi mente me llevó al límite de lo irreal, para luego rebotarme a mi cama. Tan fría y nauseabunda, con ese característico aroma a llanto añejo y fluidos -ni tan- vitales. Siempre me ha parecido increíble la de cavilaciones que mi mente procesa en ese estado entre una pesadilla y la realidad. Aunque, tenía la percepción llena de cicatrices que me hacían ver borrosa las diferencias entre ambas.

¿Alguna vez, mis manos pudieron rozar, la esencia de alguna estrella fugaz? Esa calidez que no se encuentra entre el vaivén de caderas de un desconocido, ni en alguna quemadura producida por el cigarrillo. Me perturbaba pensarlo mientras me duchaba y rozaba las yagas en mis brazos. Era como desear un rayo del Sol en un día tormentoso, en muchos sentidos...

No sabría narrar con un orden cronológico lo que sucedió luego de exprimirme el cabello. Puesto que, mi mente se encaraba a un cúmulo de dudas a las que jamás quise hacerles frente. Me sentía muy atolondrada como para hacer algo así.

Hay quienes vivimos con miedo. El miedo de vivir. Hay quienes tienen miedo a dar la cara. Yo no tenía miedo, simplemente no quería. Me sentía ya muy aturdida por los grandes vacíos estirados a causa de tanta soledad. ¿Era yo lo suficientemente fuerte como para darle la cara a un mundo que no hacía más que lastimarme? No, no lo era...

Ya tenía suficiente con soportar el contraste radical entre mis agrias perspectivas, y mis valientes ilusiones. Ilusiones que iban y venían entre los caminos del firmamento, trazados por sueños que se fugaron de nuestras mentes, y flotaron a lo más finito del cielo, a su límite más lejano...


Al punto de encuentro de los soñadores que sufren, pero esperan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario