lunes, 14 de julio de 2014

Los callejones de las estrellas como yo

Las mujeres como yo, no brillamos como la Luna ni calentamos como el Sol. Sólo adornamos el firmamento que yace en los corazones de todos los hombres que alguna vez trazaron sus puntos cardinales en torno a nosotras.

Las mujeres como yo, esperamos en la estación con la ansiedad embotellada en plástico, que cubren nuestros sueños minerales. Esos que hidratan el alma.

Las mujeres como yo, vestimos falda de flores que ondean al viento, sabiendo que ningún par de ojos se embelesan con nuestras piernas descubiertas. Sólo somos flores estelares minerales.

No somos el primer beso, ni tampoco el último. Somos el puente entre amoríos importantes. Lo entregamos todo, no recibimos nada. Lloramos el mundo que sentimos que se derrumba bajo nuestros pies descalzos y cansados.

No somos punto y aparte, no somos paréntesis. Somos una coma suspendida entre párrafos que se desgastan con el tiempo. Somos letras digitales que se pierden, somos imprenta que se borra. Papel que se rompe, documento que se suprime.

No somos la risa más hermosa, ni la mirada más brillante. Somos honestidad, realidad, cariño y riesgo. No vamos por debajo ni por encima de aquella colina tan inclinada. La trepamos, resbalamos, caemos al desarraigo provocado por un amor inconcluso. Tan difuso el suspiro que dejamos libre y nadie quiere apresar.

Y a pesar de que vamos y venimos entre corazones rotos para demostrar que más allá de unas bragas, hay un espíritu entregado, no llegamos hasta el botón de la camisa, ahí donde se desnuda el corazón de nuestro amado. Y nos arrastramos hasta los callejones de nuestra ropa, donde nadie nos verá llorar ni doblegar.


Donde puedo ser estrella iluminando jardines. 
Donde puedo estar al norte del río que nutre tus raudales de experiencias y amoríos. 
Donde voy y vengo. No me planto, sólo viajo...

... hasta los callejones de la ropa floreada de mujeres como yo.

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