viernes, 5 de junio de 2015

Perdida

Tenía entre mis dedos el pétalo muerto de una lila, que era el único souvenir que conservaba conmigo para no olvidar quién fui. Las retrospecciones nunca fueron tan necesarias.

Estoy dormitando sobre los huesos rotos de aquello que sostenía mi línea de tiempo, hoy… atemporal. Se derrumbó mi estructura.

Escucho risas, quejidos, sollozos y reproches. Escucho golpes sórdidos, palabras que jamás dije. Escucho lo que nunca se fue, y lo que jamás volvió. Escucho tanto y ahora ya no veo nada.

Se caen los nervios de mis manos y ya no siento nada. Tengo seca la boca y los labios agrietados. No hay frío ni calor. No hay nieve, lluvia o rayo del Sol. No existe nada. No soy… ¿no soy nada?

Quiero correr y no puedo. Quiero volar, quiero huir. No me gusta esto. ¡No quiero esto! ¡Yo no soy esto! El vacío no tiene que pertenecerme así…

Tranquila… Yo estoy aquí, y tú estás conmigo.

Esa voz… Me da calidez, nostalgia…

Tú estás conmigo.

¿Quién eres?

Yo estoy aquí. Tranquila.

Si eres un recuerdo, no me olvides. No te pierdas en mí. Mírame y encuéntrame. Hazme saber que puedo ser encontrada. Aunque ni yo sepa quién soy, quédate. Porque es tu voz lo que me ayuda a saberme viva… y salvada. Sálvame de mí misma. De mis implosiones y susurros. Sálvame del miedo a no poder levantarme. Estoy cansada, me duelen las piernas. Ya no quiero caminar. ¿Por qué soy tan frágil? Háblame, respóndeme.



No te vayas. No aún…

No hay comentarios:

Publicar un comentario